La ciencia contempla diferentes finales para el universo: muerte térmica, Big Rip, sucesión de eones, desintegración del vacío, etc. Más datos futuros permitirán discernir entre estas posibilidades.
En 2011, los astrofísicos Saul Perlmutter, Brian Schmidt y Adam Riess fueron galardonados con el Premio Nobel de Física por descubrir la expansión acelerada del universo. Este hallazgo revolucionó los modelos cosmológicos y planteó interrogantes sobre el destino final del cosmos. La expansión del universo, evidenciada por Edwin Hubble en los años veinte, sugiere un origen concentrado en un punto hace 13.800 millones de años. Sin embargo, el futuro del universo es incierto: ¿continuará expandiéndose, se detendrá o sufrirá un colapso conocido como Big Crunch?
La aceleración de la expansión, descubierta en 1998, descartó el Big Crunch como escenario probable. La causa de esta aceleración, atribuida a la energía oscura, sigue siendo un misterio. En este contexto, el universo podría enfrentarse a la «muerte térmica», un futuro solitario y desolador.
La constante cosmológica de la energía oscura podría garantizar una expansión infinita, llevando al universo hacia un aislamiento cósmico. Con el tiempo, las estrellas se extinguirán, y el universo se enfriará hasta alcanzar un estado de entropía máxima.
A pesar de las predicciones, la naturaleza exacta de la energía oscura sigue sin entenderse completamente. Otros escenarios, como el «Big Rip», plantean un desgarrador aumento de la energía oscura, destruyendo las estructuras cósmicas incluso antes de la muerte térmica.
Aunque estas perspectivas parecen sombrías, el tiempo requerido para su realización es inconcebiblemente extenso, brindando a la humanidad millones de millones de años para continuar explorando y descubriendo maravillas cósmicas.
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