México, situado en el Cinturón de Fuego, una cadena tectónica que rodea el Océano Pacífico, experimenta el 90% de la actividad sísmica mundial y alberga el 75% de los volcanes activos del planeta. Dado que la costa mexicana del Pacífico colinda con este cinturón, el país se encuentra en una zona propensa a sismos, explicada por la Tectónica de Placas, donde la Placa Norteamericana limita con las placas de Cocos, Rivera y del Pacífico.
Esta ubicación estratégica coloca a México entre los países con mayor actividad sísmica en el mundo, registrando más de 90 sismos al año con magnitudes superiores a 4 en la escala de Richter. Este número representa aproximadamente el 60% de todos los movimientos telúricos globales.
En el contexto de la geografía sísmica mexicana, ciertos estados enfrentan un mayor riesgo y son propensos a sismos de gran magnitud que pueden afectar a la Ciudad de México. Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Estado de México y Veracruz se destacan como regiones con una mayor incidencia de estos eventos. La geología del país y su posición en el Cinturón de Fuego hacen imperativo el monitoreo constante y la preparación para mitigar el impacto de estos fenómenos naturales.