Tras el devastador terremoto de magnitud 7,6 que golpeó a Japón, dejando más de 60 muertos y causando estragos, el país experimenta una nueva réplica de magnitud 4,9. Este último sismo, registrado a unos doce kilómetros de profundidad, agudiza la ansiedad y vulnerabilidad de una población ya afectada.
Aunque no se emitió alerta de tsunami, la población sigue en alerta tras el incremento de la actividad sísmica en la región de Ishiwaka. Desde el inicio del año, se han contabilizado 448 sismos en Japón, según informes de la Agencia Meteorológica nipona.
El epicentro del primer terremoto se localizó a unos 30 kilómetros al noroeste de Wajima, cobrando la vida de 64 personas y dejando a 300 heridos, con daños significativos en infraestructuras. Los equipos de rescate y ayuda humanitaria se movilizan para abordar la emergencia y brindar apoyo a las comunidades afectadas.
A pesar de que algunos avisos de tsunami fueron levantados, la preocupación persiste, y las autoridades instan a la población a mantenerse alerta ante posibles réplicas de hasta magnitud 7. Japón, reconocido por su resiliencia frente a desastres naturales, enfrenta ahora el desafío de la recuperación y la reconstrucción en circunstancias extremadamente difíciles.