Hace casi 52 años, el 11 de diciembre de 1972, la NASA logró alunizar en nuestro satélite, marcando un hito histórico. Sin embargo, desde entonces, no se ha repetido tal hazaña. En un giro significativo, Estados Unidos ha comenzado a trazar una nueva senda hacia la Luna, y hoy ha alcanzado un nuevo hito en este ambicioso retorno. De lograr el éxito, esta misión se convertirá en la primera estadounidense en aterrizar en la Luna desde 1972.
En el arranque del año 2024, la NASA ha enviado cinco cargas útiles a la Luna mediante el módulo de aterrizaje Peregrine de la empresa Astrobotic, como parte de la Astrobotic Peregrine Mission One. El lanzamiento inaugural tuvo lugar el lunes 8 de enero desde Cabo Cañaveral, Florida, impulsado por el cohete Vulcan de United Launch Alliance, una empresa conjunta de Boeing y Lockheed Martin.
El vehículo de lanzamiento ascendió por el espacio durante casi una hora, desprendiéndose de la gravedad terrestre para enviar el módulo de aterrizaje lunar, llamado Peregrine, en dirección a la Luna. Este módulo, resultado de la iniciativa de Servicios Comerciales de Carga Lunar (CLPS) de la NASA, es producto de la empresa Astrobotic con sede en Pittsburgh.
John Thornton, director ejecutivo de Astrobotic, expresó durante la transmisión en línea del lanzamiento: «Es un sueño… Durante 16 años hemos estado presionando para que llegue este momento». Destacó los desafíos superados y la perseverancia del equipo, subrayando el apoyo que recibieron para lograr este emocionante hito.
La meta inicial de esta misión es convertirse en el primer alunizaje realizado por una empresa privada, un logro que ha sido esquivo en los últimos años. El siguiente objetivo es claro: buscar agua en la Luna. La importancia de este recurso radica en su utilidad para producir combustible, oxígeno e hidratar a los astronautas en futuros viajes espaciales.
La NASA pagó 108 millones de dólares a Astrobotic para desarrollar el módulo Peregrine y llevar a cabo experimentos científicos en la superficie lunar. Este aterrizará el próximo 23 de febrero, buscando recopilar datos cruciales sobre la Luna antes de las futuras misiones humanas planificadas. De las 20 cargas útiles que transportará, cinco son instrumentos científicos de la NASA, mientras que el resto proviene de diversos clientes, incluyendo aquellos que pagan por depositar cenizas y muestras de ADN, incluso de expresidentes estadounidenses y figuras de la franquicia de ciencia ficción Star Trek.
Además, las cargas útiles contribuirán a la misión Lunar-VISE (Lunar Vulkan Imaging and Spectroscope Explorer) de la NASA, programada para aterrizar en los Domos Gruithuisen en 2026.
La misión tiene como destino la porción ‘oculta’ de la Luna conocida en latín como Sinus Viscositatis, traducido al español como ‘bahía pegajosa’, una ubicación de gran interés. Con los intentos fallidos de Rusia y una compañía japonesa en 2023 en mente, los momentos finales antes del aterrizaje serán cruciales para el éxito de esta misión.
Esta misión se lleva a cabo en medio de un renovado impulso internacional para explorar la Luna, dando inicio a una nueva carrera espacial que promete ser dinámica y concurrida.