El modelo de larga cola da pistas de que no es suficiente para quienes están al final
El péndulo puede llevarnos a un escenario que diversifique los ingresos
Hace cinco años, el modelo de suscripción era una propuesta razonable, especialmente en plataformas audiovisuales como Netflix o Spotify. Sin embargo, el tiempo ha revelado las limitaciones y desafíos de este enfoque. La expansión del modelo de suscripción a diversas aplicaciones, junto con el declive de la publicidad digital, ha llevado a una acumulación de servicios de pago. La fatiga de las suscripciones se ha vuelto evidente, con usuarios cuestionando la sostenibilidad financiera y la diversidad de perspectivas que ofrecen estos modelos cerrados.
A pesar de la larga cola de servicios que buscan captar suscriptores, la realidad es que solo unos pocos actores se llevan la mayor parte de los ingresos, dejando a muchos en la cola con ganancias limitadas. Este fenómeno se vuelve aún más complicado con la inflación y la creciente fatiga de los usuarios, quienes podrían reconsiderar y reducir sus gastos en suscripciones.
La crisis de las suscripciones no significa un retorno total a los modelos de pago único, pero sí indica un cambio en la percepción de la suscripción como la panacea financiera. La publicidad nativa, los micropagos, los patrocinios y el mecenazgo podrían ganar protagonismo, ofreciendo una diversificación de ingresos más allá de las suscripciones.
La década de los años veinte podría presenciar una transformación en la monetización de contenidos y servicios en línea, con un énfasis renovado en modelos de pago únicos y alternativas a la suscripción. La era de las suscripciones podría recordarse con nostalgia y rechazo en 2030, similar a cómo miramos las primeras experiencias en línea de principios de los 2000s.