La empresa aeroespacial SpaceX que se encuentra detrás del desarrollo del megacohete integró un sistema de terminación de vuelo que se encarga de destruirlo si detecta cualquier fallo, para evitar daños mortales.
Después de décadas de desarrollo, Starship de SpaceX realizó dos lanzamientos de prueba en 2023, ambos terminando en explosiones. En caso de un impacto no controlado en la Tierra, este megacohete liberaría más energía que las bombas de Hiroshima y Nagasaki juntas.
El vehículo espacial destinado para la tercera misión de Artemis, el proyecto de la NASA para enviar humanos a la Luna, está en preparativos para su tercer vuelo. Aunque impresionante, la potencia del cohete ha llevado a adaptaciones en la plataforma de lanzamiento y se diseñó para autodestruirse en caso de fallo.
Si el tercio superior de Starship regresara a la Tierra sin autodestruirse, su impacto generaría una energía equivalente a 100 kilotones de TNT, tres veces más que las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. La destrucción controlada en los lanzamientos de prueba se debe al sistema de terminación de vuelo de SpaceX, evitando posibles daños mortales en caso de fallo.