Telefónica ha inaugurado Espacio Movistar, un punto de encuentro singular en su icónico edificio de la Gran Vía madrileña que abre al mundo todas las capacidades de la compañía en la era digital y que conecta historia y futuro en el año de su Centenario.
Todo el legado arquitectónico e histórico de este siglo convivirá en las dos primeras plantas del edificio de Gran Vía con lo último en innovación y entretenimiento, en una completa y vanguardista propuesta en la que participan Movistar, Movistar Plus+, Telefónica Tech y TBS. Un espacio único en el mundo que alberga la mayor tienda de Movistar en España, una sala de cine, un plató de televisión, dos estudios de grabación de contenidos, un espacio para gaming y el Movistar Café, además de conectar de forma directa con Espacio Fundación Telefónica.
El presidente de la compañía, José María Álvarez-Pallete, afirma: “Espacio Movistar representa un punto de encuentro y un icono para Telefónica y también para la ciudad de Madrid. Nace con la vocación de ser el ‘kilómetro cero’ de la tecnología, la innovación y el entretenimiento. Lo mejor de Telefónica convive en este espacio abierto a todos, en nuestro edificio de siempre que ahora se muestra como nunca y que inauguramos con muchísima ilusión en el año de nuestro Centenario”.
El desafío de recuperar el legado
Las nuevas instalaciones también son un reconocimiento a la historia de la compañía y a su inmenso patrimonio arquitectónico. Las dos primeras plantas han sido íntegramente remodeladas por un equipo interno de más de 30 expertos y unos 600 profesionales en la que ha sido la reforma más ambiciosa hasta la fecha de esta construcción de estilo neobarroco inaugurada en 1929. La sede de Telefónica, con 90 metros de altura y 13 plantas, fue el primer rascacielos de Madrid y, durante algún tiempo, el edificio más alto de Europa.
Se han podido restaurar más de 6.000 m2 de artesonado, más de 2.000 m2 de superficies pétreas, 220 m2 de los suelos originales y 120 metros lineales de barandillas. También ha podido recuperarse la lámpara original, el reloj del atrio y los pináculos de las barandillas, y se han fabricado con tecnología de impresión 3D los jarrones de la entrada que faltaban o estaban muy deteriorados.
Estos trabajos ofrecen como resultado un amplio espacio de 2.800 m2 construidos en los que la originalidad del edificio vuelve a brillar. Incluso, durante las labores de reconstrucción, se ha encontrado la firma tanto del pintor original, Agustín Espí Carbonell, y su autorretrato, como la de otros pintores colaboradores que participaron en la obra original, datadas en 1929.